jueves, 5 de julio de 2007

La “llamada” de Uribe a Peñalosa y a los demás: ¡Son los negocios, idiota!

Causó especial rechazo la descarada intromisión en política de Álvaro Uribe; quien, asaltando la convención de un partido de la coalición de gobierno en vivo y en directo, terció a favor de los candidatos oficiales del uribismo para las alcaldías de las principales capitales del país. De inmediato saltaron los áulicos del régimen, con el ministro del Interior a la cabeza, a validar la irregular actuación del Presidente y a exhortar a la opinión a asimilar esta suerte de abusos como una expresión de la “modernización” de la democracia colombiana. Un tipo de acomodada “modernización”, incubada desde el establecimiento de la figura de la reelección presidencial, en tanto desde entonces un mandatario puede intervenir a su antojo y albedrío para su provecho electoral.

Quedó el país enterado que Peñalosa para Bogotá, Luis Pérez para Medellín, Francisco Lloreda para Cali y Alejandro Char para Barranquilla son los “elegidos” por el Ejecutivo para enraizarse en los primeros núcleos urbanos de Colombia. Con seguridad, más adelante, se montará un nuevo tinglado para darle el espaldarazo a otros más en ciudades como Pereira, Manizales, Ibagué, Bucaramanga, Palmira o Cartagena y para gobernaciones claves como Antioquia, Cundinamarca, Valle o Atlántico. Uribe, incluso pasando por encima de sus propios alfiles, desea reiterar que es el “jefe de jefes” y que cualquier pretensión dentro de sus banderías no podría cristalizarse si no es bajo su amparo y visto bueno.

Dicha señal no es solamente un axioma que Uribe desea imponer; es también una advertencia acerca de que los planes para las distintas urbes se harán en compañía del Gobierno Central, surtidor de los recursos para concretarlos, y que , por consiguiente, todos los negocios, adjudicaciones y concursos concomitantes deberán acordarse conjuntamente. No será una prerrogativa exclusiva de las autoridades locales la selección de los operadores del MIO en Cali o de los beneficiarios de los contratos de Desarrollo Urbano en Bogotá o Medellín o de las “familias guardabosques” en Santa Marta; para todo tendrá que contarse con Uribe y su séquito quienes tomaron el cuidado de incluir en el Plan Nacional de Desarrollo y en los programas para el Segundo Centenario (2019), como mega-proyectos, la instalación de sistemas de transporte masivo o los proyectos urbanísticos de impacto. Una prueba de este proceder es, por ejemplo, la escogencia del operador del mayor tramo del MEGABÚS en Pereira, donde el ministerio de Transporte metió la mano hasta el fondo.

Es evidente que Bogotá ocupa el primer lugar en las prioridades uribistas. Los inmensos negocios que ya están andando como la “gestión” privada de muchas actividades del Acueducto, Transmilenio o lo que pueda derivarse de la Empresa de Energía de Bogotá, ahora también dueña de Ecogás, se engordarían con otros en ciernes; verbigracia, los planes urbanos que se piensa adelantar. En primer lugar, el Plan Centro, que al tenor de la Renovación prevé 15.6 km. de nuevas vía, 40.6 km. del Sistema Integrado de Transporte, 6.000 cupos adicionales de parqueo, 42.000 mts2 de ejes peatonales, 4.500.000 mts2 de nuevos desarrollos inmobiliarios, 330.000 mts2 de espacio público y 335.000 mts2 de zonas verdes. Esto tendrá un 17% de inversión pública, que “detonará el 83% de inversión privada”. ¿Quién lo hará? ¿Quién gozará de los beneficios?¿ Quiénes serán los “privados”? Es algo que Peñalosa deberá convenir con Uribe. Lo mismo con la operación urbanística del Aeropuerto, que “combina el desarrollo de actividades económicas con la oferta de nuevo suelo urbanizado” para lo cual se han identificado “áreas de oportunidad” de 322 ha. ¿De quién, por ejemplo, serán las tierras seleccionadas? Otro tema de Uribe y Peñalosa. Y también la expansión urbana hacia Usme y el Norte. La primera calcula la incorporación de 619 ha. “urbanizables” para la construcción de 55.710 unidades residenciales y la segunda con 2.025 ha., el 64% urbanas y el resto en zona de expansión, para edificar 550.000 mts2 , dirigidos a comercio, industria y servicios, 11.818 viviendas de interés social y 43.024 para estratos 4, 5 y 6.¿Quiénes las construirán? ¿Cuáles, y qué pedazo para cada cual, serán los capitales financieros tras estas descomunales operaciones? Nuevo punto de partija entre Uribe y Peñalosa.

No en vano Uribe, en la “llamada” de marras, les recordó a Peñalosa y a los demás que había “puesto” recursos en los presupuestos venideros del gobierno central. Cuando todo el uribismo se alinea, como en Bogotá, contra el Polo Democrático Alternativo, tal alineamiento no es ajeno a las jugosas empresas que se derivarán de la planeación urbana de una ciudad que hace rato tomó el sendero de privatizar las ganancias y socializar los costos. Para el caso de la capital de la República, y de casi todas las ciudades, las decisiones políticas que se toman en el bando oficialista, de la Casa de Nariño para abajo, podrán explicarse con esta expresión: ¡Son los negocios, idiota!